Puede que la sonrisa humana sea de los pocos gestos en
los que un animal enseñe los dientes a sus congéneres sin que esto suponga a priori una amenaza, aunque regalar una
sonrisa a nuestro interlocutor no necesariamente signifique que le tengamos simpatía.
En el resto de especies y fundamentalmente en los carnívoros, mostrar los
dientes y abrir los orificios nasales son señales de encontrarse en la antesala
de un posible ataque. Si uno se encuentra frente a un perro o una rata y ve
que sus labios se retiran hacia atrás para dejar ver su resplandeciente
dentadura apretada más vale retirarse a tiempo, ya que lo más probable es que
se sufra un mordisco de manera inminente.
En cambio en la comunicación entre primates los gestos de
amenaza en los que entra en juego la boca consisten en retirar los labios hacia
atrás pero con los dientes separados ─ piense en cualquier discusión un
poco subidita de tono ─.
Lo sorprendente de la sonrisa es que no consiste en un
comportamiento aprendido, el hombre está evolutivamente programado para ello. Los
bebés empiezan a sonreír entre las 6 y las 8 semanas de vida, e incluso se ha
comprobado que los niños ciegos son capaces de sonreír ante situaciones
agradables a pesar de que nunca hayan visto ese gesto.
Se han descrito más de 50 tipos de sonrisas y su
significado. Pero, ¿cómo
diferenciar una sonrisa sincera de una sonrisa falsa?
En psicología se distinguen tradicionalmente dos tipos
básicos de sonrisa en función de los músculos implicados en el acto de sonreír.
La sonrisa de Duchenne
– sonrisa verdadera – implica la contracción de las mejillas y el
levantamiento de los labios (músculo cigomático) y la contracción de los
músculos alrededor del ojo (músculo orbicular) con la aparición de las arrugas
conocidas como “patas de gallo”. La contracción de los músculos orbiculares es
necesariamente involuntaria, ya que estos músculos de la cara se accionan por
mecanismos cerebrales no conscientes. En la sonrisa falsa – no Duchenne – solo están implicados los músculos de
las mejillas, que actúan bajo la influencia de regiones conscientes del
cerebro. Es esa sonrisa que se pone cuando alguien hace una foto e interpela a exclamar
“¡patata!”. La sonrisa de Duchenne implica que detrás de ella existe una
emoción positiva (diversión, satisfacción, alegría,...). Por el contrario, una
sonrisa en la que no estén implicados los ojos “no tiene nada detrás”, es
decir, ninguna emoción.
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Algunos investigadores han comprobado en sus estudios que el 71% de la gente es
capaz de imitar una sonrisa de Duchenne al enseñarles una foto de una persona
sonriendo sinceramente. La cuestión es
que podemos imitar fácilmente los gestos faciales del que tenemos enfrente en
situaciones neutras, como es el caso de este laboratorio o un actor concentrado
en hacerlo. La cosa se complica en caso de estar teniendo emociones negativas
en cualquier situación de la vida real.
¿Cree
que es usted un gran actor y que nadie podrá diferenciar su sonrisa falsa de
cuando la muestra sinceramente? No
esté tan seguro. Entre el 40 y el 90% de la población es capaz de detectar la
autenticidad de una sonrisa.
Sonría por tanto sinceramente aunque corra el riesgo de tener más arrugas alrededor de los ojos. Está demostrado que ayuda
a ser considerado socialmente y su interlocutor lo percibirá como una buena
persona, amable, extrovertida, abierta de mente y en la que se puede confiar.
Por @LuisadeGarnica para @CienciasImpuras
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